Me resulta difícil entender y encajar la tristeza y el desánimo que siento. Desde mi posición, me resulta difícil entender muchas cosas. Mucho más, explicarlas y compartirlas. Me gustaría gritar ese desánimo y echarlo fuera. Pero no se como hacerlo. Así que por aquí ando, preguntándome sobre la falta de conciencia y de sentido vital en el que andamos como sociedad. No puedo dar lecciones a nadie y no pretendo hacerlo. Pero necesito expresar lo que siento y pienso.
Somos unos privilegiados. Lo somos por tantas cosas que quizás ni queramos enterarnos. Vivimos en un país rico, sin guerras, tenemos derechos, y en gran medida, la posibilidad de elegir el tipo de vida que queremos vivir. Tenemos tantas cosas con las que millones de personas de otros lugares de este planeta ni siquiera pueden soñar que, quizás, ni nos damos cuenta de eso.
No sé como llamarán en los libros de texto a estos años en los que nos ha tocado vivir. A veces pienso que se están produciendo cambios enormes y otras veces pienso que son cambios aparentes porque las reglas de cómo funciona la sociedad siguen siendo las mismas. Los avances tecnológicos están cambiando el Mundo a un ritmo que nos cuesta seguir. La información con la que hoy en día convivimos es tan grande que más de una vez me he preguntado como sería haber vivido en el mismo lugar 200 años antes. ¿Mis preocupaciones serían las mismas?
Como sucede con tantas otras cosas, a veces valoramos en muy poco lo que tenemos cuando consideramos que se trata de algo normal. Vivimos en un país del primer mundo, lo que significa que la mayoría de nosotros sabe leer y escribir (aunque a veces no lo parezca). Leer y escribir. Y tantas otras cosas que tenemos y no valoramos.
Gracias a la educación y al desarrollo tecnológico, el mundo ha cambiado. A un ritmo increíblemente rápido. Para mi es una revolución en la que estamos inmersos. Una revolución que afecta a cada vez a más personas en un mundo que intenta convertirse en global. ¿Acaso hay otra posibilidad?
La información y el conocimiento al que tenemos acceso pienso que tiene un coste que debemos asumir. Es el coste de tomar partido. De ejercer la libertad para actuar. De tomar conciencia, de posicionarse. De compartir un sentido vital por unos valores universales. Los valores de la humanidad (la leche, que hago yo aquí diciendo estas cosas).
Todo esto de la conciencia y el sentido vital es algo en lo que cuesta pensar. Hay cientos de cosas en las que ocuparse más sencillas y divertidas. Pero es una cuestión que tiene que ver con cada uno de nosotros. Y de nosotras. Tiene que ver con todo ser humano. Y es una cuestión sobre la que todos tenemos que elegir donde queremos estar.
Llevo semanas y meses con dos ideas que se mezclan en mi cabeza, intentando conectarse, pidiendo salir, expresarlas con sentido.
La tecnología avanza que es una barbaridad, que decía alguien. Y nos transforma. Por ejemplo, hoy en día, no solo podemos acceder a todo tipo de información por Internet. Podemos comentarla. Y podemos entendernos o enfrentarnos con otras personas opinando sobre cada noticia.
Esto es la leche, ¿no? Esto pasa a un nivel tan global e inmediato que todo se comenta. Los medios online, las redes sociales,… Cada vez mas información (¿o desinformación?), mas rápida y mas accesible. Lo sorprendente es que parece que la forma de expresión elegida cada vez mas es censurar, ridiculizar, insultar y llevar los discursos (porque los debates no existen) a cuestiones que no tienen nada que ver con la información que se presenta. Todo está polarizado y lo que al principio me resultaba sorprendente, ahora me parece triste.
Sabemos leer y escribir. Pero resulta que leemos y escribimos para no entendernos. Expresamos opiniones para escucharnos a nosotros mismos, sin buscar la comunicación. La lógica de estas conversaciones parece ser llegar a ningún punto.
Estos nuevos procesos y canales de comunicación parecen dar lugar a “conversaciones” cada vez más superficiales. (Quizás es que cada vez somos más superficiales). Parece que antes de elegir por la reflexión y el intento de dialogar, de compartir, nos diésemos por satisfechos con repetir lo que consideramos correcto según donde nos sitúen nuestros zapatos. Según el grupo, la tribu, el partido, el equipo, etc., en el que hemos decido militar. Cada vez hay más ruido, cada vez nos escoramos más. Y cada vez todo el mundo parece estar mas enfadado con el de al lado. Nos hacemos más intolerantes y parece que interesa más escucharnos a nosotros mismos soltando sentencias que parecen contener la verdad absoluta sobre cualquier cuestión, sea la gilipollez de turno o una cuestión existencial, que entender al otro. Nos interesa muy poco ponernos en el lugar de otros. En entender porque piensan de una forma diferente. Nos hemos acostumbrado a lo fácil y todo lo buscamos simplificado. Todos creemos ser los buenos y los que tenemos la razón.
Nos comportamos como niños. Como adolescentes heridos que se defienden atacando, sin pensar mucho en las consecuencias de las palabras. Las palabras que expresan nuestra forma de pensar y elegir libremente. Ya se que ni todos ni todo es así, afortunadamente, pero no puedo evitar sentir que cada vez reaccionamos de forma más visceral, con más intolerancia, con menos respeto por el resto de personas, de seres humanos. Esto llevado a su máximo extremo produce personas que entienden que es corrector poner una bomba y quitar de en medio a quienes no comparten sus pensamientos.
Somos parte de los privilegiados del mundo. Pero parece que en lugar de ser más felices por esto, lo que parece es que acumulamos más odio, más rechazo a los que no piensan como yo o son diferentes, más intolerancia y falta de respeto. No es algo absoluto, pero ¿no es parte del día a día?
¿Dónde estás nuestras consciencias? ¿Acaso nos las han robado? ¿Dónde está el sentido de la comunicación? ¿A que tipo de conversaciones estamos llegando? Todos estos nuevos espacios para la comunicación, se han convertido en muros de odio, rechazo, intolerancia,…
Antes hablaba de dos cosas. Información y Conocimiento. Y hablaba de conciencia. Y del coste de mirar hacia otro lado.
Cuando hablo de coste, lo relaciono con lo siguiente. Hoy en día, todo el que quiere (y el que no también) sabe lo que pasa en el mundo. No solo sabemos lo que pasa en nuestro barrio, en nuestro pueblo o ciudad. En nuestra provincia, comunidad autónoma o país. Sabemos por ejemplo, que la gente en la India estos días se ha echado a las calles porque está harta de la corrupción de sus gobernantes. Hay mucha gente echándose a la calle para protestar y las causas, en casi todos los casos son las mismas.
Las desigualdades entre las personas, en lugar de disminuir, aumentan. A muy pocos de los que más tienen parece que les preocupe esto. Parece que aún seguimos pensando que hay seres humanos de distintas categorías. Quizás sea porque durante siglos ha sido así.
Sabemos que hay millones de personas, de seres humanos, como nosotros, que no tienen ninguna oportunidad. No tienen nada. Y aceptar eso y no actuar, tiene un coste. Podemos ser egoístas y querer tener mas sin importarnos los que no tienen nada. Pero hoy en día esto tiene un coste.
Y creo que el reflejo del coste de esa elección, cuando decidimos mirar hacia otro lado, lleva a una perdida del sentido vital. Se crea un vacío interior, que es proporcional al odio interior que parece ir calando en nosotros. Por mucho que queramos prestar atención a otras mil cosas, hay personas que no tienen nada, ninguna oportunidad y eso es algo que hoy en día sabemos todos. Es algo tan tremendo que, si nos paramos a reflexionar y tomamos conciencia de esto, solo nos quedan dos opciones: Actuar o mirar hacia otro lado.
Y esa es nuestra libertad. Y la toma de conciencia y de sentido.
Podemos utilizar los privilegios que tenemos para vivir en una especie de infancia-adolescencia social, atendiendo solo a nuestros caprichos y reaccionando con agresividad cuando se nos niega aquello que entendemos que son nuestros derechos. Reaccionando con odio, quizás porque internamente sabemos que somos participes en la medida que aceptamos que las reglas del Mundo no cambien.
También podemos actuar y utilizar nuestra libertad para elegir hacer del mundo un lugar mejor para todos.
¿Cómo sería el mundo si fuésemos militantes por un mundo mejor con la misma vehemencia que ponemos al defender a nuestro equipo de fútbol o al partido político con el que nos identificamos? ¿Qué cambiaría defender con esa energía los derechos de quienes no tienen nada? Muchas cosas pueden cambiarse si de verdad queremos defender un mundo mas justo, mas igual y tartar a millones de personas que no tienen oportunidades como los seres humanos que son.
“Nosotros mismos debemos ser el cambio que deseamos ver en el mundo” Gandhi.
En fin, como siempre, disculpad por la charla.
lunes, 22 de agosto de 2011
miércoles, 15 de junio de 2011
100 kilómetros en 22 horas y 14 minutos por Colores de Calcuta
Al escribir este post, aún tengo los tobillos tan hinchados que mis píes me parecen los de otra persona. Y aunque tengo la impresión de que una breve crónica sobre la prueba sería suficiente para transmitir cómo me ha ido, por algún motivo parezco empeñado en aburrir al personal, contando los detalles de esta aventura tan efímera que no llegó, afortunadamente, a durar más de 24 horas.
Y pese a ese empeño por relatar esta batallita, sigo sin tener claro por donde empezar. Tengo la misma sensación que una mañana de resaca en la que no consigo ordenar el orden de los garitos por los que anduve la noche anterior. Del mismo modo, todo anda aún mezclado en mi cabeza de tal forma que no consigo aclarar el orden de este post. Sin remedio será un relato desordenado, bastante ininteligible. Un lío, vamos.
En el kilómetro 25 me pregunté que leches estaba haciendo corriendo a esas horas y con ese calor. Decidí que no correría más hasta que se hubiese ido el sol. Y un poco mas adelante, antes del 35, una voz interior me recordaba, burlona: ¿tú no habías dicho que no volvías por aquí?
Tan solo en el silencio de la noche (aunque los pájaros seguían piando y me preguntaba si sería así en cualquier otra noche o era nuestra presencia, con frontales incluidos, la que les había despertado y alterado) pasado ya el kilómetro 60 me di cuenta del error que había sido correr a las 12 del mediodía, aunque solo hubiese sido en las bajadas. Ahí ya sentía que iba a necesitar todas las fuerzas para llegar y que las ampollas y demás molestias de los pies iban a ser mi principal penar. Los 100 son una prueba de piel, de rozaduras, de adaptar los kilómetros a las horas.
A las cuatro de la tarde me pregunté porqué me había dejado llevar por el engaño de una brisa suave que nos refrescó junto a un arroyo llevándonos engañados a correr bajo el sol a unas horas en las que caía a plomo. De esas horas recuerdo un río y mesas y gente en barbacoas. Gente normal que disfruta de un sábado con una barbacoa en familia o con amigos. También un pilón de abrevar ganado donde refresqué mis pies y los volví a untar de vaselina antes de seguir corriendo para alcanzar a los compañeros que se habían adelantado. También recuerdo charlas con Bea sobre muchas cosas, sobre los hijos, por ejemplo. Cuantas cosas que sabe Bea ocultan sus coletas.
De un rato mas tarde recuerdo la decepción por los compañeros que no iban a seguir. La tristeza al saber que para ellos tendría que ser en otra ocasión. La concentración por cumplir el objetivo de llegar, que me apartaba del tiempo de los abrazos o del tiempo para el descanso del cuerpo. En ese primer polideportivo Bea solo hablaba de salir cuanto antes y no perder tiempo.
Seguimos y un rato después me preguntaba que había pasado con los planes de la prueba. Se había retirado la persona que me había animado a hacer de nuevo esta prueba completa, y me sentí un poco perdido y desconcertado al tomar consciencia de todo lo que me esperaba por delante. Por suerte a mi lado caminaba la más dura de las chicas con las que he corrido. Y aunque no lo comentamos en tantos kilómetros compartidos, creo que en ese momento fue ella quien me salvó de las ganas de darme la vuelta y terminar en el primer polideportivo.
Piedras y más piedras. Cuestas y más cuestas. Y detrás, otra cuesta. Y detrás, otra cuesta más. Me preguntaba si aquél era el país de nunca jamás. Me preguntaba en que pesaba para haber metido en las bolsas que se reparten entre los tres polideportivos por los que se pasa y que hacen la función de puntos de avituallmiento y descanso, barritas de cereales para una semana. Me preguntaba que coño hacía allí, sufriendo de esa forma.
Afortunadamente tenía un motivo, una respuesta. Estaba allí por un Reto Solidario. Para cumplir mi parte de un trato que aún cuesta explicar y hacer entender. Un trato por medio del cual, le hablas a tu gente de un problema y les pides que se impliquen en resolverlo soltando pasta. Soltando pasta por otros. Haciendo una donación. Su parte del trato es soltar la guita. Mi parte del trato era hacer esta prueba. El objetivo era conseguir 500 euros para el programa Colores de Calcuta, dinero que se destinaría a luchar contra la desnutrición infantil y a facilitar educación, comida y un lugar en que pasar el día a unos pocos niños y niñas, mientras sus madres pueden ir a trabajar sin dejarles en la calle abandonados a su suerte y sin comida. El resultado de este primer Reto Solidario había superado el sábado los 1.200 euros. Ese era mi motivo.
El otro motivo era Bea, a quien solo conocía de alguna quedada en la Casa de Campo, de algún encuentro fortuito durante alguna carrera, de una conversación para que se uniese a uno de los equipos que intentamos formar unas semanas antes para realizar dos retos solidarios en equipo. Sin planearlo, por como había transcurrido la carrera, terminamos juntos el primer tramo y pasamos juntos el día, y también la noche. Compartiendo pequeñas cosas, conversaciones sobre cosas sencillas, kilómetros y esfuerzos. Aderezados con ensaladas de pasta y litros de agua, con polvo del camino y saludos afectuosos que la gente le va dando por donde quiera que pase. Bea me dio las gracias al terminar y yo se las di a ella. Supongo que ninguno de los dos estará muy seguro de haber terminado sin el otro. Y aunque seguramente cada uno habría encontrado a otra persona con la que compartir el recorrido, me alegra que el destino me regalase compartirlo con ella. ¡Gracias Bea por tu silenciosa ayuda, tu fuerza, tu perseverancia y tu interminable sonrisa!
Tres días despues, mis sensaciones siguen siendo extrañas y difíciles de encuadrar. Podría seguir enumerando momentos que se mezclan sin demasiado orden. Sensaciones, pensamientos (pocos), anécdotas irrelevantes salvo para mi mismo. El sentimiento de satisfacción por el Reto Solidario conseguido parace anularse por la sensación de dureza y los dolores que está prueba ha dejado de nuevo en mi cuerpo y en mi cabeza. Pero no sería justo, y además sería un rollo, hablar solo de lo duros que han sido estos 107 kilómetros en 22 horas y 14 minutos sin resumir una parte de las cosas positivas. La dureza la dejo para aquellos que deseen descubrirlo por si mismos. Total, si no has estado allí, no creo que puedas entenderlo. Y a quien no le interese estar, tampoco creo que le interesen estas batallitas.
Cosas bonitas:
Carol
Correr sabiendo que voy a ser papá en unos meses le da un toque especial a todo. Un toque impreciso e imposible de explicar en palabras aún, una sensación especial que me hace sonreir. Especial como la sonrisa de la mejor persona que podía encontrarme en el camino, la sonrisa de la chica mas bonita, que me llegaba por sms durante la prueba arropándome con sus besos. Sin tí, muchas cosas que me hacen feliz estarían pasando.
Antonio
Por increíble que parezca, cerca del kilómetro 80 y un poco antes de las seis de la mañana, un tipo llamado Antonio Plazas nos encontró viniendo en sentido contrario a la prueba. Antonio, que me había estado llamando desde el viernes para saber dónde y cuándo podíamos encontrarnos para acompañarme en los últimos kilómetros tuvo la paciencia de no mandarme al carajo, hacer él los cálculos para saber mas o menos a que hora llegaría a Tres Cantos y después, esperar de madrugada un sms enviado desde San Sebastián de los Reyes para darle una referencia de mi tiempo real. Chapeau Antonio! Que fuerte lo tuyo amigo. Ni sabía, ni podía decirte hasta unas horas antes que no tenía ni la menor idea de si sería capaz de llegar a un lugar donde nos encontrásemos. Me alegró verte y tenerte allí, y tú forma de estar con Bea, con Ramón y conmigo en los kilómetros finales. Eres un Deportista Solidario con todas sus letras y un tío estupendo. Compartiendo una cerveza (por fin una cerveza después de tanta agua!) te entregué mi tabaco muy chulesco yo ( que sepas que no he vuelto a fumar después de ese cigarro sin boquilla) y aún me arrepiento.
Ramón
Ramón apareció por el kilómetro 55, en plena noche ya, y se unión al dúo que formábamos Bea y yo acompañándonos ya hasta el final. Así que su compañía nos transformó en un trío. Un trío de una noche de primavera. Desde luego no era el trio que alguna vez había imagiando.
Ramón es silencioso y le gusta escuchar, nos dijo cuando nos presentamos. Y es cierto, no se mucho mas de el, salvo que tienes dos hijos, mujer y que es de leganés. Aunque ahora vive en Madrid.
Se que lo pasó mal en la parte final, en los últimos 15 kilómetros. Me alegró verle entrar en meta. Y espero que nos encontremos por esos mundos de Facebook tal y como acordamos al despedirnos.
Momentos y personas
Me reí de muchas cosas durante el día. Y también durante la noche. A veces me reía para mi mismo, en silencio, como queriendo ahorrar energías. A veces me reía hablando con alguien, como con Pilar, Fernando Anaya o Carlos Córdoba (gracias a los tres por estar siempre ahí).
Ayudar y divertirse
Le di muchas vueltas a todas las cosas que se pueden hacer en un Reto Solidario. A que deben ser divertidos y no siempre tienen porque tener un componente ultra duro. Pensando en que lo principal es divertirse y mejorar la salud. Compartir, sonreír y ayudar. Pensando en que es un regalo, poder hacer algo que nos gusta y ayudar a otros. Pensando que ese es un privilegio que tenemos por vivir en esta parte del mundo y que quizás también era una obligación devolver el favor a otros. En fin…
Agradecimientos
Me hubiese gustado dar más las gracias a todas las personas de la organización de esta prueba que me pareció complicada como pocas. Quizás por eso al legar a los puntos de avituallamiento intentaba soltar alguna gracia, yo que soy más bien poco gracioso. Supongo que son las mismas gracias que habrán soltado unos cuantso antes y otros cuantos después, pero imagino que de alguna forma saben que son una forma de darles las gracias por estar ahí. Bajo el sol. Bajo las estrellas. Algunos más solos que la una. ¿Que si puede ser un brugal con coca cola? ¿Qué si este es el alter donde pincha DJ Walker? ¿Qué si no les da miedo ver acercarse a tantos zoombies con frontal? En fin, gracias a todos y todas las personas de la organización y gracias a Aneto por ese caldo.
Gracias a los masajistas, por hacerme dos o tres perrerías como clavarme una uña en el labio para evitar que me siguiesen dando algo que yo llamaba tiritera y que más bien eran espasmos. Resulta que el cuerpo al relajarse de una situación de estrés después de un masaje (gloria bendita, eh) reacciona así a veces. Pufff, pensaba que me tocaba abandonar. Y una parte de mí realmente lo deseaba en ese momento. Dichoso kilómetro 73,4.
La próxima vez llevaré ibuprofeno. Sobre todo después de ver sus efectos en Bea. Y de soportar ir con la lengua fuera desde el kilómetro 75 al 85, que se dice pronto.
Gracias a los de la chapa y pintura, que me curaron las ampollas en el kilómetro 88.
Gracias a Suso, por haber sido un valiente (o un temerario) y haberse lanzado sin paracaídas a realizar hombro con hombro conmigo un Reto Solidario. Estoy seguro que te ha dolido haber tenido que retirarte, pero has estado ahí, y creo que eso es lo importante. El año que viene podrás repetir con la incertidumbre de acabar o no. Pero el dinero que has conseguido mover ira en dirección a un proyecto solidario llevando la certidumbre de los alimentos y de ayuda real para los niños y niñas que decidiste apoyar.
Y gracias a todos los que me habéis apoyado durante este resto con vuestras donaciones, con vuestras palabras de ánimo, con vuestra presencia en la salida y vuestras llamadas y sms deseándome suerte. De todos vosotros es alguna parte de esos 107 kilómetros que me dijeron que tenía finalmente la prueba.
Fueron 22 horas y 14 minutos de risas y sonrisas, de sudores y dolores, de esfuerzo y superación. Todo eso y más esta en el deporte. Y también mucha solidaridad. De los que están a tu lado en esos momentos y de los que están a tu lado aunque no estén justo ahí.
Lo bueno: conocer a nuevos amigos corredores y haber podido terminar.
Lo mejor: haber sido capaces, entre todos, de arrancar algo que ahora siento que no va a parar. Lo llamamos Deportistas Solidarios y aún tenemos que explicar en que consiste. Pero estoy convencido que el año que viene, en los 100 kilómetros en 24 horas del 2012, se hablará mucho de causas y proyectos, de Retos Solidarios y del montón de Deportistas Solidarios que estarán haciendo esa prueba por una causa, intentando conseguir donaciones mientras se esfuerzan por cumplir con su parte del trato.
Y gracias por aguantarme!
José Luis Muñano
Y pese a ese empeño por relatar esta batallita, sigo sin tener claro por donde empezar. Tengo la misma sensación que una mañana de resaca en la que no consigo ordenar el orden de los garitos por los que anduve la noche anterior. Del mismo modo, todo anda aún mezclado en mi cabeza de tal forma que no consigo aclarar el orden de este post. Sin remedio será un relato desordenado, bastante ininteligible. Un lío, vamos.
En el kilómetro 25 me pregunté que leches estaba haciendo corriendo a esas horas y con ese calor. Decidí que no correría más hasta que se hubiese ido el sol. Y un poco mas adelante, antes del 35, una voz interior me recordaba, burlona: ¿tú no habías dicho que no volvías por aquí?
Tan solo en el silencio de la noche (aunque los pájaros seguían piando y me preguntaba si sería así en cualquier otra noche o era nuestra presencia, con frontales incluidos, la que les había despertado y alterado) pasado ya el kilómetro 60 me di cuenta del error que había sido correr a las 12 del mediodía, aunque solo hubiese sido en las bajadas. Ahí ya sentía que iba a necesitar todas las fuerzas para llegar y que las ampollas y demás molestias de los pies iban a ser mi principal penar. Los 100 son una prueba de piel, de rozaduras, de adaptar los kilómetros a las horas.
A las cuatro de la tarde me pregunté porqué me había dejado llevar por el engaño de una brisa suave que nos refrescó junto a un arroyo llevándonos engañados a correr bajo el sol a unas horas en las que caía a plomo. De esas horas recuerdo un río y mesas y gente en barbacoas. Gente normal que disfruta de un sábado con una barbacoa en familia o con amigos. También un pilón de abrevar ganado donde refresqué mis pies y los volví a untar de vaselina antes de seguir corriendo para alcanzar a los compañeros que se habían adelantado. También recuerdo charlas con Bea sobre muchas cosas, sobre los hijos, por ejemplo. Cuantas cosas que sabe Bea ocultan sus coletas.
De un rato mas tarde recuerdo la decepción por los compañeros que no iban a seguir. La tristeza al saber que para ellos tendría que ser en otra ocasión. La concentración por cumplir el objetivo de llegar, que me apartaba del tiempo de los abrazos o del tiempo para el descanso del cuerpo. En ese primer polideportivo Bea solo hablaba de salir cuanto antes y no perder tiempo.
Seguimos y un rato después me preguntaba que había pasado con los planes de la prueba. Se había retirado la persona que me había animado a hacer de nuevo esta prueba completa, y me sentí un poco perdido y desconcertado al tomar consciencia de todo lo que me esperaba por delante. Por suerte a mi lado caminaba la más dura de las chicas con las que he corrido. Y aunque no lo comentamos en tantos kilómetros compartidos, creo que en ese momento fue ella quien me salvó de las ganas de darme la vuelta y terminar en el primer polideportivo.
Piedras y más piedras. Cuestas y más cuestas. Y detrás, otra cuesta. Y detrás, otra cuesta más. Me preguntaba si aquél era el país de nunca jamás. Me preguntaba en que pesaba para haber metido en las bolsas que se reparten entre los tres polideportivos por los que se pasa y que hacen la función de puntos de avituallmiento y descanso, barritas de cereales para una semana. Me preguntaba que coño hacía allí, sufriendo de esa forma.
Afortunadamente tenía un motivo, una respuesta. Estaba allí por un Reto Solidario. Para cumplir mi parte de un trato que aún cuesta explicar y hacer entender. Un trato por medio del cual, le hablas a tu gente de un problema y les pides que se impliquen en resolverlo soltando pasta. Soltando pasta por otros. Haciendo una donación. Su parte del trato es soltar la guita. Mi parte del trato era hacer esta prueba. El objetivo era conseguir 500 euros para el programa Colores de Calcuta, dinero que se destinaría a luchar contra la desnutrición infantil y a facilitar educación, comida y un lugar en que pasar el día a unos pocos niños y niñas, mientras sus madres pueden ir a trabajar sin dejarles en la calle abandonados a su suerte y sin comida. El resultado de este primer Reto Solidario había superado el sábado los 1.200 euros. Ese era mi motivo.
El otro motivo era Bea, a quien solo conocía de alguna quedada en la Casa de Campo, de algún encuentro fortuito durante alguna carrera, de una conversación para que se uniese a uno de los equipos que intentamos formar unas semanas antes para realizar dos retos solidarios en equipo. Sin planearlo, por como había transcurrido la carrera, terminamos juntos el primer tramo y pasamos juntos el día, y también la noche. Compartiendo pequeñas cosas, conversaciones sobre cosas sencillas, kilómetros y esfuerzos. Aderezados con ensaladas de pasta y litros de agua, con polvo del camino y saludos afectuosos que la gente le va dando por donde quiera que pase. Bea me dio las gracias al terminar y yo se las di a ella. Supongo que ninguno de los dos estará muy seguro de haber terminado sin el otro. Y aunque seguramente cada uno habría encontrado a otra persona con la que compartir el recorrido, me alegra que el destino me regalase compartirlo con ella. ¡Gracias Bea por tu silenciosa ayuda, tu fuerza, tu perseverancia y tu interminable sonrisa!
Tres días despues, mis sensaciones siguen siendo extrañas y difíciles de encuadrar. Podría seguir enumerando momentos que se mezclan sin demasiado orden. Sensaciones, pensamientos (pocos), anécdotas irrelevantes salvo para mi mismo. El sentimiento de satisfacción por el Reto Solidario conseguido parace anularse por la sensación de dureza y los dolores que está prueba ha dejado de nuevo en mi cuerpo y en mi cabeza. Pero no sería justo, y además sería un rollo, hablar solo de lo duros que han sido estos 107 kilómetros en 22 horas y 14 minutos sin resumir una parte de las cosas positivas. La dureza la dejo para aquellos que deseen descubrirlo por si mismos. Total, si no has estado allí, no creo que puedas entenderlo. Y a quien no le interese estar, tampoco creo que le interesen estas batallitas.
Cosas bonitas:
Carol
Correr sabiendo que voy a ser papá en unos meses le da un toque especial a todo. Un toque impreciso e imposible de explicar en palabras aún, una sensación especial que me hace sonreir. Especial como la sonrisa de la mejor persona que podía encontrarme en el camino, la sonrisa de la chica mas bonita, que me llegaba por sms durante la prueba arropándome con sus besos. Sin tí, muchas cosas que me hacen feliz estarían pasando.
Antonio
Por increíble que parezca, cerca del kilómetro 80 y un poco antes de las seis de la mañana, un tipo llamado Antonio Plazas nos encontró viniendo en sentido contrario a la prueba. Antonio, que me había estado llamando desde el viernes para saber dónde y cuándo podíamos encontrarnos para acompañarme en los últimos kilómetros tuvo la paciencia de no mandarme al carajo, hacer él los cálculos para saber mas o menos a que hora llegaría a Tres Cantos y después, esperar de madrugada un sms enviado desde San Sebastián de los Reyes para darle una referencia de mi tiempo real. Chapeau Antonio! Que fuerte lo tuyo amigo. Ni sabía, ni podía decirte hasta unas horas antes que no tenía ni la menor idea de si sería capaz de llegar a un lugar donde nos encontrásemos. Me alegró verte y tenerte allí, y tú forma de estar con Bea, con Ramón y conmigo en los kilómetros finales. Eres un Deportista Solidario con todas sus letras y un tío estupendo. Compartiendo una cerveza (por fin una cerveza después de tanta agua!) te entregué mi tabaco muy chulesco yo ( que sepas que no he vuelto a fumar después de ese cigarro sin boquilla) y aún me arrepiento.
Ramón
Ramón apareció por el kilómetro 55, en plena noche ya, y se unión al dúo que formábamos Bea y yo acompañándonos ya hasta el final. Así que su compañía nos transformó en un trío. Un trío de una noche de primavera. Desde luego no era el trio que alguna vez había imagiando.
Ramón es silencioso y le gusta escuchar, nos dijo cuando nos presentamos. Y es cierto, no se mucho mas de el, salvo que tienes dos hijos, mujer y que es de leganés. Aunque ahora vive en Madrid.
Se que lo pasó mal en la parte final, en los últimos 15 kilómetros. Me alegró verle entrar en meta. Y espero que nos encontremos por esos mundos de Facebook tal y como acordamos al despedirnos.
Momentos y personas
Me reí de muchas cosas durante el día. Y también durante la noche. A veces me reía para mi mismo, en silencio, como queriendo ahorrar energías. A veces me reía hablando con alguien, como con Pilar, Fernando Anaya o Carlos Córdoba (gracias a los tres por estar siempre ahí).
Ayudar y divertirse
Le di muchas vueltas a todas las cosas que se pueden hacer en un Reto Solidario. A que deben ser divertidos y no siempre tienen porque tener un componente ultra duro. Pensando en que lo principal es divertirse y mejorar la salud. Compartir, sonreír y ayudar. Pensando en que es un regalo, poder hacer algo que nos gusta y ayudar a otros. Pensando que ese es un privilegio que tenemos por vivir en esta parte del mundo y que quizás también era una obligación devolver el favor a otros. En fin…
Agradecimientos
Me hubiese gustado dar más las gracias a todas las personas de la organización de esta prueba que me pareció complicada como pocas. Quizás por eso al legar a los puntos de avituallamiento intentaba soltar alguna gracia, yo que soy más bien poco gracioso. Supongo que son las mismas gracias que habrán soltado unos cuantso antes y otros cuantos después, pero imagino que de alguna forma saben que son una forma de darles las gracias por estar ahí. Bajo el sol. Bajo las estrellas. Algunos más solos que la una. ¿Que si puede ser un brugal con coca cola? ¿Qué si este es el alter donde pincha DJ Walker? ¿Qué si no les da miedo ver acercarse a tantos zoombies con frontal? En fin, gracias a todos y todas las personas de la organización y gracias a Aneto por ese caldo.
Gracias a los masajistas, por hacerme dos o tres perrerías como clavarme una uña en el labio para evitar que me siguiesen dando algo que yo llamaba tiritera y que más bien eran espasmos. Resulta que el cuerpo al relajarse de una situación de estrés después de un masaje (gloria bendita, eh) reacciona así a veces. Pufff, pensaba que me tocaba abandonar. Y una parte de mí realmente lo deseaba en ese momento. Dichoso kilómetro 73,4.
La próxima vez llevaré ibuprofeno. Sobre todo después de ver sus efectos en Bea. Y de soportar ir con la lengua fuera desde el kilómetro 75 al 85, que se dice pronto.
Gracias a los de la chapa y pintura, que me curaron las ampollas en el kilómetro 88.
Gracias a Suso, por haber sido un valiente (o un temerario) y haberse lanzado sin paracaídas a realizar hombro con hombro conmigo un Reto Solidario. Estoy seguro que te ha dolido haber tenido que retirarte, pero has estado ahí, y creo que eso es lo importante. El año que viene podrás repetir con la incertidumbre de acabar o no. Pero el dinero que has conseguido mover ira en dirección a un proyecto solidario llevando la certidumbre de los alimentos y de ayuda real para los niños y niñas que decidiste apoyar.
Y gracias a todos los que me habéis apoyado durante este resto con vuestras donaciones, con vuestras palabras de ánimo, con vuestra presencia en la salida y vuestras llamadas y sms deseándome suerte. De todos vosotros es alguna parte de esos 107 kilómetros que me dijeron que tenía finalmente la prueba.
Fueron 22 horas y 14 minutos de risas y sonrisas, de sudores y dolores, de esfuerzo y superación. Todo eso y más esta en el deporte. Y también mucha solidaridad. De los que están a tu lado en esos momentos y de los que están a tu lado aunque no estén justo ahí.
Lo bueno: conocer a nuevos amigos corredores y haber podido terminar.
Lo mejor: haber sido capaces, entre todos, de arrancar algo que ahora siento que no va a parar. Lo llamamos Deportistas Solidarios y aún tenemos que explicar en que consiste. Pero estoy convencido que el año que viene, en los 100 kilómetros en 24 horas del 2012, se hablará mucho de causas y proyectos, de Retos Solidarios y del montón de Deportistas Solidarios que estarán haciendo esa prueba por una causa, intentando conseguir donaciones mientras se esfuerzan por cumplir con su parte del trato.
Y gracias por aguantarme!
José Luis Muñano
lunes, 10 de enero de 2011
Electricidad Solidaria
A veces parece que el tiempo vuela. Me sorprende las semanas que han pasado desde mi última aparición por aquí. Como en tantas otras cosas en la vida, voy aprendiendo sobre la marcha a mantener un blog y la verdad que tengo la sensación de no estar haciéndolo muy bien. Así que, como aún estamos en fechas de nuevos propósitos, mi objetivo con este blog será darle un mínimo de coherencia y continuidad para hacerlo minimamente soportable, mientras intento compartir desde este espacio todo lo relacionado con Deportistas Solidarios: los avances, las dudas, las ilusiones y las alegrías, que espero que cada vez sean mas. Por cierto, os deseo un feliz 2011 a todos.
Lo mas destacado de estas últimas semanas es que ha habido varias personas y empresas que nos han confirmado su apoyo y colaboracion para llevar adelante el proyecto. Y aunque aun nos falten muchos apoyos y mucho por hacer, es una gran satisfacción recibir respuestas positivas y saber que vamos encontrando colaboradores para diferentes áreas estratégicas.
Hablaré de estas personas y empresas en próximas entradas. Y también de los colaboradores que ya están implicados en el proyecto y su trabajo. Y de ese grupo de corredores tan especial que son los blogeros, que saben del proyecto y que están cercanos a él, escribiendo en sus blogs, apoyando desde facebook o ning su avance con sus comentarios o comprando camisetas de Deportistas Solidarios. Es una suerte encontrase con personas así.
Aunque no está siendo fácil, la verdad es que todas las semanas hay buenas noticias. Esta semana en el muro del grupo en facebook hemos tenido varios mensajes de ánimo. Uno de los mensajes dejados en el muro era este: "Hola amigos! El próximo 16 de abril correré El Ultra Trail Serra de Tramuntana aquí en Mallorca. Me encantaría poder colaborar con vosotros y dar a conocer este proyecto llevando el logo en la camiseta o algo parecido." Bonito, ¿verdad? Son estas pequeñas cosas las que animan a continuar trabajando por este sueño.
Por eso hoy quiero hablar de una persona a la que considero especial. Se trata de Javier Colomo, de quien he recibido un e-mail informando que una empresa en la que tenía puestas bastantes esperanzas le había comunicado que el proyecto Energía Wukro-Etiopía no ha sido seleccionado para financiación en 2011.
Contacté con Javier a través del perfil que creé en Facebook para difundir el proyecto y poder compartirlo con corredores y deportisas, ese Corredor Solidario que como ya he dicho, se ha convertido en algo parecido en mi alter ego. Después conocí su blog, Electricidad Solidaria y empecé a interesarme por lo que en él contaba. Después de intercambiar algunos emails y alguna conversación telefónica, quedamos en Madrid, junto con Antonio Plazas, para conocernos y contarnos, el sobre su dorsal solidario y sus proyectos, y nosotros sobre Deportistas Solidarios.
Javier nos contó un poco de su vida, de sus carreras, de sus experiencias en África y lo que estaba intentando hacer desde aquí para intentar mejorar la vida de los niños que había conocido allí. Nos habló de las diferencias entre ambos mundos, del pader Ángel Olaran, de Wukro,... La verdad es que no dejó de hablar y contar cosas interesantes. Con esa intensidad y emoción que transmite y su acento donostiarra pasamos un rato de una tarde de agosto, despidiéndonos con la intención de seguir en contacto.
Después de ese encuentro, hablamos por teléfono varias veces y los dos coincidíamos en que había muchas cosas que compartíamos y en la intención de encontrar un punto en el que unirnos. Desde el primer día Javier nos ofreció su ayuda en lo que pudiese y a través de su blog, del facebook, de mails y sus llamadas compartimos ideas, ilusiones y avances. Fue Javier quien me llevó a buscar en un mapa en que zona de Etiopia está Wukro y en que lugar de Uganda está Kitgum.
Y así he ido conociendo a Javier, su ilusión, su trabajo, su energía, su alegría, su implicación, su inagotable capacidad para contar historias, ideas, experiencias de sus viajes y sobre todo, su implicación con los proyectos y las personas. Durante estos meses en los que me ha tocado trabajar en desarrollar las ideas del proyecto, veía como un ejemplo y una referencia la labor de Javier, ya en el terreno y en el plano real.
Habler de Javier me ha traido de nuevo a este blog, desde donde quiero enviarle un este mensaje de ánimo. Y recordarle, aunque el ya lo sabe, que las empresas, incluso aquellas que cuentan con programas de acción social dentro de sus políticas de responsabilidad social, responden a intereses comerciales y buscan el beneficio, por lo que sus actuaciones suelen realizarlas en países en los que están implantadas y tienen intereses.
En esta breve amistad, me ha sorprendido el corazón que le pones a lo que haces y tu apuesta por tus objetivos. Por eso sé que hoy tu email estaba lleno de desánimo, al igual que otros han estado llenos de esperanza.
Así que también quería decirte que aquí estamos planeando el primer reto solidario del año 2011 y que el proyecto de Kitgum nos encanta. Y que creemos que si se trata de un proyecto cuyo presupuesto es asequible como reto y Red Deporte nos apoya con su implicación, esa escuela puede ser el primer objetivo por el que correr. El primer sueño que intentemos hacer realidad.
La fecha ya está decidida, será el 17 de abril. El reto deportivo también, el próximo Maratón Popular de Madrid. Y aunque nos falte mucho camino por andar, crear un portal desde el que poder desarrollar el proyecto en toda su amplitud, difundirlo y comunicarlo, estamos también decididos a llevar el proyecto a la realidad y empezar a demostrar su fuerza intentando tener éxito con este primer reto solidario.
Desde aquí, te envío un abrazo ahora que estás allí.
Lo mas destacado de estas últimas semanas es que ha habido varias personas y empresas que nos han confirmado su apoyo y colaboracion para llevar adelante el proyecto. Y aunque aun nos falten muchos apoyos y mucho por hacer, es una gran satisfacción recibir respuestas positivas y saber que vamos encontrando colaboradores para diferentes áreas estratégicas.
Hablaré de estas personas y empresas en próximas entradas. Y también de los colaboradores que ya están implicados en el proyecto y su trabajo. Y de ese grupo de corredores tan especial que son los blogeros, que saben del proyecto y que están cercanos a él, escribiendo en sus blogs, apoyando desde facebook o ning su avance con sus comentarios o comprando camisetas de Deportistas Solidarios. Es una suerte encontrase con personas así.
Aunque no está siendo fácil, la verdad es que todas las semanas hay buenas noticias. Esta semana en el muro del grupo en facebook hemos tenido varios mensajes de ánimo. Uno de los mensajes dejados en el muro era este: "Hola amigos! El próximo 16 de abril correré El Ultra Trail Serra de Tramuntana aquí en Mallorca. Me encantaría poder colaborar con vosotros y dar a conocer este proyecto llevando el logo en la camiseta o algo parecido." Bonito, ¿verdad? Son estas pequeñas cosas las que animan a continuar trabajando por este sueño.
Por eso hoy quiero hablar de una persona a la que considero especial. Se trata de Javier Colomo, de quien he recibido un e-mail informando que una empresa en la que tenía puestas bastantes esperanzas le había comunicado que el proyecto Energía Wukro-Etiopía no ha sido seleccionado para financiación en 2011.
Contacté con Javier a través del perfil que creé en Facebook para difundir el proyecto y poder compartirlo con corredores y deportisas, ese Corredor Solidario que como ya he dicho, se ha convertido en algo parecido en mi alter ego. Después conocí su blog, Electricidad Solidaria y empecé a interesarme por lo que en él contaba. Después de intercambiar algunos emails y alguna conversación telefónica, quedamos en Madrid, junto con Antonio Plazas, para conocernos y contarnos, el sobre su dorsal solidario y sus proyectos, y nosotros sobre Deportistas Solidarios.
Javier nos contó un poco de su vida, de sus carreras, de sus experiencias en África y lo que estaba intentando hacer desde aquí para intentar mejorar la vida de los niños que había conocido allí. Nos habló de las diferencias entre ambos mundos, del pader Ángel Olaran, de Wukro,... La verdad es que no dejó de hablar y contar cosas interesantes. Con esa intensidad y emoción que transmite y su acento donostiarra pasamos un rato de una tarde de agosto, despidiéndonos con la intención de seguir en contacto.
Después de ese encuentro, hablamos por teléfono varias veces y los dos coincidíamos en que había muchas cosas que compartíamos y en la intención de encontrar un punto en el que unirnos. Desde el primer día Javier nos ofreció su ayuda en lo que pudiese y a través de su blog, del facebook, de mails y sus llamadas compartimos ideas, ilusiones y avances. Fue Javier quien me llevó a buscar en un mapa en que zona de Etiopia está Wukro y en que lugar de Uganda está Kitgum.
Y así he ido conociendo a Javier, su ilusión, su trabajo, su energía, su alegría, su implicación, su inagotable capacidad para contar historias, ideas, experiencias de sus viajes y sobre todo, su implicación con los proyectos y las personas. Durante estos meses en los que me ha tocado trabajar en desarrollar las ideas del proyecto, veía como un ejemplo y una referencia la labor de Javier, ya en el terreno y en el plano real.
Habler de Javier me ha traido de nuevo a este blog, desde donde quiero enviarle un este mensaje de ánimo. Y recordarle, aunque el ya lo sabe, que las empresas, incluso aquellas que cuentan con programas de acción social dentro de sus políticas de responsabilidad social, responden a intereses comerciales y buscan el beneficio, por lo que sus actuaciones suelen realizarlas en países en los que están implantadas y tienen intereses.
En esta breve amistad, me ha sorprendido el corazón que le pones a lo que haces y tu apuesta por tus objetivos. Por eso sé que hoy tu email estaba lleno de desánimo, al igual que otros han estado llenos de esperanza.
Así que también quería decirte que aquí estamos planeando el primer reto solidario del año 2011 y que el proyecto de Kitgum nos encanta. Y que creemos que si se trata de un proyecto cuyo presupuesto es asequible como reto y Red Deporte nos apoya con su implicación, esa escuela puede ser el primer objetivo por el que correr. El primer sueño que intentemos hacer realidad.
La fecha ya está decidida, será el 17 de abril. El reto deportivo también, el próximo Maratón Popular de Madrid. Y aunque nos falte mucho camino por andar, crear un portal desde el que poder desarrollar el proyecto en toda su amplitud, difundirlo y comunicarlo, estamos también decididos a llevar el proyecto a la realidad y empezar a demostrar su fuerza intentando tener éxito con este primer reto solidario.
Desde aquí, te envío un abrazo ahora que estás allí.
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