Así se llama una sección de la revista Planeta Running que me gusta especialemnte y en la que los corredores populares responden a unas preguntas donde cuentan los motivos por los que corren. Pienso que algunos de los amigos y compañeros de entrenamiento conocen algunas de mis respuestas a estas preguntas. Pero hay uno que seguramente podría responder a todas las preguntas por mí. Él empezó a correr después de que yo lo hiciese y, ahora que hace tritalones y le llamo "el hombre pez", me emocina cuando me dice que empezó a correr por a mí. Más de una vez me ha reprochado esa especie de timidez que tengo para contar mis pequeños "logros personales", así que a él le dedico este cuestionario personal.
1. ¿Desde cuándo practico el running?
Empecé a correr a finales de 1999.
2. ¿Qué me motivó a empezar a correr?
Después de tirarme un montón de años como un palo de delgado, fui cogiendo peso año tras año. De vez en cuando, aprovechando mis visitas a alguna farmacia me pesaba, como para constatar que la cifra seguía en aumento. Hasta que en el otoño de 1999 los papelitos que me devolvían las básculas con mi peso empezaron a darme una cifra con tres dígitos. La leche puta!!! La primera vez que me pasó, con los ojos aún como platos, me volví a pesar. Resultado: la misma cifra. Así que me dije "bueno Jose, estamos ya casi en invierno, llevas abrigo, mucha ropa, venga tranquilo, ahí pone 102, pero sin todo eso seguro que te quedas en 99". Triste consuelo porque aquella cifra ya era demasiado. Mi forma física debía ser igual cero, pues había dejado de nadar e incluso de salir con la bici, algo que había estado haciendo durante años, porque aunque me había ido conviritiendo en gordo, me gustaba practicar algo de ejercicio. Decidí que había que tomar cartas en el asunto y que la solución pasabar por empezar a correr. Y como ya había hecho algún que otro intento con algún amigo para empezar a correr y estos intentos no habían durado nunca más de una semana, también decidí que tenía que marcarme un objetivo.
La verdad es que entonces yo no sabía casi nada sobre correr y el mundo de las carreras populares. Ni puta idea vamos. Para mi era un mundo que debía estar por ahí alojado en alguna parte del subconsciente mezclado con otro tipo de datos e información que ves, archivas y la dejás por ahí olvidada. En aquel momento no debí pensar mucho en el asunto, pues a la hora de plantearme un objetivo pensé que solo tenía dos opciones: correr en pista o correr un Maratón. Como mi experiencia en pista (que ya contaré algún día) había sido nefasta, sin ninguna duda me decanté por la segunda opción como la cosa mas normal del mundo.
No se muy bien porque hice esta simplificación tan exagerada. Sin ninguna lógica además, pues siendo mas joven había participado en alguna carrera popular que se celebraba durante las fiestas patronales. Incluso recuerdo estar en casa desayunando algún domingo y ver pasar a los participantes de una de las carreras que durante unos cuantos años se celebró en Pinto. Incluso recuerdo una mañana en la que llovía y viendo pasar corredores comenté: "Desde luego, ya hay que tener ganas para correr con la que está cayendo. Si es que hay gente pa' to".
Creo que mis inicios fueron un poco especiales y alguna vez hablando de esto a otros corredores que no me conocían, en su expresión me pareció ver una mezcla de algo así como: "este tío es un poco idiota o se está tirando el pisto". Pero la verdad que empecé como empecé. Y el caso es que más ancho que largo busqué en Internet "Maratón" y entre los resultados de búsqueda encontré una entrada que decía: Mapoma. ¿Y esto qué es? Y resulta que descubrí una página del Maratón Popular de Madrid donde había una sección con planes de entrenamiento. En concreto había uno que decía: "Plan de Entrenamiento para terminar la Maratón". Así que lo imprimí, lo pegué en en el frigorífico y decidí que ya tenía objetivo. Me apunté a un gimnasio y empecé a correr en cinta. Y había que verme! Como para salir a correr por la calle. Siempre había vivido en Pinto, y entonces ni me planteaba salir a correr por la calle disfrazado de corredor. Dónde iba a ir yo con mis lorzas.
Un par de meses más tarde coincidí en el gimnasio con un colega que siempre ha tenido mucha "guasa" para con los demás y se acercó a preguntarme que si ahora corría. El corría desde hacía años (estaba fino el jodío) y como hacía tiempo que no charlábamos, me contó que solía correr carreras y que había corrido varios maratones. Y claro, yo le solté: "Ah sí, pues yo voy a correr el próximo Mapoma". Por supuesto que se descojonó de mi. El caso es que, bueno, cosas de corredores supongo y, tal vez debido a nuestra antigua amistad, me dijo que me prestaría un libro con consejos sobre el Maratón y me animó a salir a correr fuera del gimnasio con el y algún amigo con el que solía entrenar. Ni que decir tiene que yo seguí fiel a mi cinta en el gimansio y ni me planteé correr en el exterior.
Pero sí que me leí el libro con gran curiosidad. Y enseguida me dí cuenta que estaba haciendo todo aquello que el libro aconsejaba que no se hiciese. El caso es que ya tenía un objetivo, que era perder peso y recuperar mi forma física, y ya no era momento de replantearse las cosas. Además ya tenía una meta. Y el libro tenía un capítulo con consejos para motivarte y para no abandonar (estos americanos!). Y como me gustó tanto todo lo que había leído sobre esa carrera mítica decidí hacerle caso en este punto. El consejo era: cuentale a tus amigos, familiares y conocidos tu reto. Así no solo no te podrás echar atrás, sino que te motivarán cuando te pregunten por tus progresos.
Seguramente os podéis imaginar el cachondeito y las caras que me ponían mis amigos cuando les contaba mis planes. Y aunque tampoco es que se montase nada del otro mundo, en mi entorno más próximo si que hubo cierto revuelo e incluso hubo apuestas entre quienes decían que "ni de coña" podría correr 42 kilómetros y los que, de forma soprendente, creían en mi. Incluso un amigo se apostó una cena a todo trapo, en el restaurante que yo eligiese, para los ocho que una noche discutíamos sobre si sería o no capaz de terminar.
3. ¿Solo o acompañado?
Después de varios meses meses corriendo en la cinta del gimansio decidí salir al exterior. Como habían pasado las navidades, me habían regalado varias camisetas y pantalones para correr (que por cierto descubrí que se llamaban mallas). Me compré incluso unas zapatillas que se llamaban Mizuno. Y allí estaba yo, a la última y apretao, con esa ropa extraña, sorprendido de lo que habían evolucionado las zapatillas desde mis últimas Paredes. Yempecé a salir a "entrenar" por el parque que tenía justo frente a casa. El mismo por que el que había visto salir a los corredores que participaban en aquella carrera local que ya no se organiza. Y como creo que le ocurre a la mayoría, empecé solo. Y sabiendo muy poco sobre el running. La verdad que sabía tan poco que aún hoy casi me da un poco de vergüenza contarlo. Como ejemplo, os cuento que una semana me empecé a notar un dolor que me subía desde un muslo hasta la espalda, pasando por los riñones. Volvía de correr me tenía que quedar tumbado en el sofá de los pinchazos que me daban. Por la noche me dolía, así que me hacía dormir mal. Y decidí ir al médico. Le conté lo del dolor y que corría desde hacia poco tiempo y me preguntó si "estiraba". "Estirar, no, no, yo lo que hago es correr". Me miró con incredulidad y me dijo: "mira, para tu peso, lo que deberías hacer es nadar o montar en bici. Olvidate de correr hasta que no hayas bajado kilos".
Desde luego que salí indignado. Menudo rebote. Pues no va el médico y me llama gordo?
Tiempo mas tarde me enteré que, casualmente, mi doctor era todo un especialista en medicina deportiva, corredor de maratones y de carreras de larga distancia, y que incluso trataba a un tal Kanouchi que corría maratones y acababa de batir el record del Mundo de Maratón.
Yo no estaba dipuesto ya en aquel momento a dejar de correr. Así que investigue sobre eso de los "estiramientos". Y como me cruzaba con algunos amigos o conocidos de toda la vida, empecé a preguntarles algunas cosas. Incluso me fui a entrenar con el amigo del gimansio que corría maratones y otro amigo con el que solía quedar a la hora de comer. Solo fui un día con ellos. Aunque luego serían muchos los días que entrenariamos juntos.
Con el tiempo fui conociendo a otros corredores y a los grupos que quedaban para entrenar cerca de mi barrio y fui haciendo amistad. Entonces ya había bajado algo mi peso, pero el primer dígito que la báscula me devolvía seguía siendo un 9. El caso es que poco a poco, casi sin darme cuenta, empecé a atreverme a ir detrás de otra gente que corría. La verdad que correr con un grupo de amigos es una de las mejores experiencias que me ha aportado correr. Nunca he pertenecido a un club de Atletismo, pero con el grupo de amigos con el que empecé a correr aprendí muchas cosas y descubrí muchas más. (Pero esto mejor lo dejo para otra entrada del blo o esta no se la va a terminar de leer nadie).
4. ¿Mi familia comparte mi afición?
Cuando empecé nadie en mi familía corria. Y después de todos esto años practicamente todos siguen sin hacerlo. Mi padre sale en bici y de vez en cuando mi hermano Carlos dice que está saliendo a correr algo, pero le dura dos días. La única excepción es mi hermana, que desde hace un par de años sigue en el intento. Sale a correr por temporadas un par de días a la semana y siempre anda a vueltas con correr la San Silvestre. El año pasado llegó a prepararla y se inscribió. Pero no pudo terminarla porque su acompañante se hizo un esguince al meter el píe en un agujero del asfalto a la altura de Atocha y ella se quedó con él. Creo que le picó el gusanillo, el ambiente y que este año creo si la terminará.
Pero a lo que iba. Aunque nadie en mi familia corría para mi ha sido impresionante como compartieron mi afición y me apoyaron desde el primer momento. Con mucho cachondeo por parte de mis hermanos, calro. Pero la verdad es que son un grupo de fans que muchos quisieran. Y esto es algo qe más de una vez me han dicho otros corredores. En mis primeras carreras el despliegue fue impresionante. En mi primera media y primera Maratón ellos se hicieron bastantes kilómetros en el Metro para animarme en varios puntos del recorrido con pancartas, aplausos y sus gritos de ánimo. Es algo que me ha motivado muchísimo y me ha alentado de una forma muy especial. Su apoyo y su cariño resumido en alguna pancarta del tipo: "Corre Maxwell, Corre" o "Animo pulmones" me ha emocionado. En mi segunda Maratón se juntaron casi 20, algún amigo incluido, con unas camisetas amarillas horribles con mi careto aún de gordo en el pecho de todos. La verdad que vaya equipo de animadores!!!
Entre todos, seguramente quien me ha ido a ver participar en más carreras ha sido mi padre. La última aún no hace un mes, en el Trofeo San Lorenzo. Se presentó en casa y me dijo: Hola hijo, bajas ya o qué, que he venido a verte. ¡Me encanta!.
5. ¿Cual fue mi primera carrera popular y qué impresión me causó?
Mi primera carrera popular precisamente fue aquella que había pasar desde mi ventana. El Trofeo Juan Torres, una carrera de 15 kilómetros que se celebraba en Pinto.
Salía de las pistas de Atletismo del Parque Juan Carlos I y la impresión fue...
Lo resumo así: llegando a meta, con mucha gente ya marchándose, mi familía aún esperaba pacientemente convencidos casi de que había debido abandonar, cuando aparecí en los últimos metros con el coche escoba a doscientos metros detrás de mi y seguido solamente por dos corredores que debían estar mas cerca de los 70 que de los 60. Cualquiera que se haya movido por esa zona en su debut debe saber mas o menos mis impresiones.Y encima estaba ya a menos de cuatro meses para el Maratón. Vaya tela!
6. ¿Cuál es mi máxima ilusión u objetivo en el running?
Mis objetivos en cuanto a carreras han cambiado con el tiempo. Conseguir mejorar mis marcas, algo que me motivó durante un tiempo ya no me parece tan importante. Ahora mis objetivos son disfrutar con las carreras en las que voy participando, volver a correr un maratón (he terminado 4) y bueno, también me ilusiona pensar que en algún momento correré el Maratón del Sahara, o Sables o alguna carrera de larga distancia de montaña.
Pero mi mi máxima ilusión y objetivo en el running ahora es seguir trabajando, junto con el grupo de amigos que actualmente formamos parte del proyecto Corredores Solidarios, para que el charity running se convierta en un movimiento entre los corredores populares en España. Aún me sigue pareciendo un sueño, pero cada vez más se va pareciendo a algo real (y como de esto espero hartarme de hablar, ya os iré contando).
7. ¿Recuerdo alguna carrera especialmente? ¿Por qué razón?
La verdad es que recuerdo un montón de carreras. Desde la última, el Trofeo San Lorenzo de la que escribí una entrada en este blog, hasta mi primera carrera. Recuerdo especialmente mi primera media maratón de Madrid y como no, mi primera Maratón. Esa que me planteé correr siendo un ignorante sobre este mundo. Recuerdo los 100 kilómetros en 24 horas de Corricolari. Recuerdo muchas cosas de algo parecido a una carrera que decidí emprender en solitario al hacer el Camino de Santiago corriendo (bueno, corriendo hasta donde pude hacerlo). Una media maratón de Montaña. Y muchas más. Creo que si ahora me pusiese a buscar los dorsales que guardo por ahí y las notas de los entrenamientos, tendría un recuerdo especial de todas las carreras que he hecho.
8. ¿Recuerdas aluna anécdota que te haya pasado relacionada con el running?
Bueno, me enrollo tanto que las anécdotas las dejaré para otra entrada. Aunque quiero compartir una anécdota muy especial de mi primera Maratón y que para mi fue una enseñanza sobre el espíritu de los corredores, una cura de humildad tremenda y seguramente la motivación que ya en los kilómetros finales de aquel Maratón me sirvió para llegar a la meta.
Fue así: después de la emoción de la salida, cuando iba subiendo por el Paseo de la Castellana en el pimer o segundo kilómetro del Maratón, a la altura aproximada del Museo de Ciencias Naturales, me fijé en un corredor de unos 50 años. Su forma de correr me llamó la atención, ya que en cada záncada parecía hacer un esfuero tremendo. Corría como si una de sus piernas tuviese que arrastrarla en lugar de moverla hacia adelante y para hacerlo, giraba el cuerpo, como tirando de hombros y cintura para llevarla adelante. Mientras le adelantaba sorprendido, me dieron ganas de darle ánimos, pero entonces yo era un debutante y aún no me atrevía a hablar con corredores a los que no conociése en las carreras. Me pareció sorprendente su fuerza de voluntad. Su forma de correr era tan complicada que le dejé atras convencido que habría salido para hacer solo 10 kilómetros o cualquier otra distancia, pero no con la intención de hacer el Maratón completo.
Unas cuantas horas después, cuando el sol caia de plano en un día que salió tan caluroso como ha podido ser el Maratón de este año, tuve que dejar de correr. No podía más. Recuerdo que movía los brazos como si siguiese corriendo, pero mis piernas no daban mas y me adelantaba incluso algún corredor que iba caminando. Aquello no fue un muro, fue una tapía contra la que nada podía hacer. Y entonces, por mi derecha, corriendo con esa misma sensación de tremendo esfuerzo, me adelantó aquel señor al que había dejado atrás en la salida. Nunca mas le he visto, pero muchas veces me he acordado de él y de su esfuerzo. Y en mas de una ocasión, en alguna que otra carrera, su recuerdo me ha hecho sacar esas fuerzas que ya creemos que no tenemos y que en ocasiones son las que nos permiten llegar a la meta.
En fin, estas son mis respuestas a este cuestionario. Las escribo aqui porque en ninguna revista publicarán una charla como esta.
Y por cierto, conseguí terminar aquel Maratón. Y a pesar de que fue una locura que no recomendaría a nadie, me ha servido para motivarme en muchas ocasiones. Lo conseguí terminar en 4 horas 58 minutos y 58 segundos. Y a los amigos con los que he entrenado muchas veces, en alguna ocasión les he dicho con cierta chulería: "vale, vale, vosotros tendréis las mejores marcas en 10mil, en medias y en maratones, pero aquí el que tiene el record de estar más tiempo corriendo soy yo".
El amigo que se jugó la cena, perdió y cumplió. Nos invitó a cenar, tal y como había apostado. Y la factura, que fue en pesetas claro, creo recordar que llegó a pasar de los 600 euros.
Gracias por aguantarme y ¡a seguir corriendo!